Por: Iván Naranjo Salazar
Mucha tinta ha corrido tratando de explicar los alcances y efectos en nuestra sociedad de la llamada cultura mafiosa, que mas o menos se manifiesta con diferentes expresiones estrambóticas demostrativas de lujos y poder de ciertas personas que, inmersas en ese delictivo mundo, se vuelven casi una marca de “pertenencia” a tan exclusivo club.
Pero esto que todavía no se analiza con detenimiento es el lento pero constante traspaso de ese comportamiento mafioso o otro tipo de actividades delictivas no relacionadas con la droga, pero al igual que este fenómeno, nuestra sociedad apenas esta empezando a sentir.
Y me refiero particularmente a aquellos que dedicados al pillaje y robo de lo público se pasean muy tranquilos por las calles de nuestras ciudades, con todo el caminado de nuevos ricos y con una estructura social muy parecida a lo que fueron los albores del narcotráfico en nuestro país.
Salen de sus barrios de origen, a los cuales les prometieron nunca abandonar pero ya les parece que sus hijos no pueden criarse en ese ambiente, buscan colegios caros para ellos porque es que tienen que relacionarse mejor, compran acciones en los club sociales ya que su nuevo estatus les obliga a estar a la altura de sus nuevos vecinos, personas que hasta hace poco transitaban en modestos vehículos ya no caben sino en las altas gamas de ellos, funcionarias que hace 8 años se transportaban en moto, hoy disfrutan de lujosas mansiones en el exclusivo sector de Cerritos, ni hablar de las fiestas privadas, que con celular en mano, terminan los videos rodando por internet demostrando el derroche, prácticamente celebrando el “corone” de un gran y multimillonario contrato,
Personas que con un sueldo de funcionario promedio se dan vida de potentados sin siquiera preocuparse de su alarde pues los !órganos de control son de los amigos!.
Y así, viviendo a sus anchas con la plata que se roban de todos los que pagamos impuestos, van por la vida con carita de satisfacción creyendo que, ¡como seremos de bobos!, no nos hemos dado cuenta.
Pero les tengo malas noticias a estos delincuentes, no se amañen mucho en estos buenos pastos que viven hoy, todos sabemos quiénes son, todos los miramos en silencio, aquellos que hoy fungen como sus nuevos amigos, como Pedro, los negarán mas de 3 veces cuando el pueblo indignado se levante ¡y recupere para si lo que villanamente le arrebataron!
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